martes, 1 de junio de 2010

Espartanos

Al reflexionar sobre lo que constituyó y supuso el cosmos lacedemonio en la Grecia clásica de la antigüedad y el tipo de sociedad y cultura a que dio lugar: militarizada y rígida, que somete casi totalmente la individualidad al bien común, basada en un número limitado de ciudadanos-soldado que ejercen sus derechos y prerrogativas sobre y a costa de una amplia población sometida... Al reflexionar sobre ello repito, no puedo evitar que me surjan sentimientos encontrados y de naturaleza muy dispar.

En muchos aspectos, desde nuestros estándares y parámetros actuales, los espartanos hacían gala de unas costumbres y usos de una frecuente y marcada dureza, brutalidad y crueldad, ya fuera en la propia ordenación y trato de sus ciudadanos, ya en su relación con la población sometida. Algo que, muy razonablemente, tiende a generar rechazo y crítica en la mayoría de las personas formadas en una sociedad como la nuestra . El mencionado sometimiento casi total de la iniciativa y la libertad individual, reconducida hacia la idea de comunidad, e imposibilitada de ser ejercida al margen de la misma y fuera de los cauces marcados (que abarcaban casi todos los ámbitos de vida pública y privada) , nos resultaría simplemente asfixiante e intolerable, lo cual es algo lógico y que no puedo más que compartir.

No obstante, y a pesar de todo, desde otra perspectiva diferente, me resulta imposible no experimentar fascinación y admiración en el acercamiento a este pueblo y su cultura. Esas sensaciones no se relacionarían tanto con la impresionante disciplina y orden con que se comportaban en casi todos los aspectos de su vida esos hombres, o con el indudable e impresionante valor, eficacia y tenacidad que mostrarán en el combate, por adversa y desesperada que fuera su situación, o porque pudiera encontrar en ello el reflejo y cristalización de ideales utópicos, como tantos pensadores, militares o políticos delirantes han hecho a lo largo de la historia. No, en mi caso, más bien, mi querencia y simpatía por Esparta y sus ciudadanos se relacionarían , ante todo, con la obstinación, constancia y devoción que esos hombres mostraron a lo largo de cientos de años por perseguir y mantenerse a la altura de sus ideales marcados, por el orgullo sentido ante el mantenimiento de la imagen que habían forjado de sí mismos y de su ciudad y al que se aferraron hasta sus últimas consecuencias, aunque su construcción se fuera derrumbando y cayendo inevitablemente sobre sus cabezas con el tiempo, empujada por el viento del cambio.

Ciertamente, se podría discutir (y se ha discutido) sobre la lógica, el valor o la utilidad de una postura como la mantenida por los lacedemonios , pero la valoración que hago en este momento poco tiene que ver con estas dimensiones y nada o casi nada tiene que ver con un análisis histórico. No, para mi aquí se trata más bien de lo bello y hermoso, de lo sublime que puede resultar un tal empeño y una tal capacidad de sacrificio y devoción a un ideal y a una imagen( ya se considere estúpido o inteligente, positivo o negativo) como lo demostraron en tan alto grado los espartanos a lo largo de su historia. Personalmente, ello para mi se encuentra, en cierto modo, más allá de la inteligencia o la necedad o del bien y del mal; y se me aparece grande y admirable, simplemente porque resulta irresistiblemente hermoso; y, en estos casos, nunca he sido capaz de soslayar la verdad que encuentro en ese tipo de belleza.

1 comentario:

  1. Después de leer esto solo puedo decir una cosa...

    ESPARTANOOOOOOOOOOS!!!

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